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Análisis del Comportamiento Verbal Articulatorio en Conversaciones Grupales Espontáneas. E. Barrull, 1992. (esteban@biopsychology.org)

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0. INTRODUCCIÓN

 

Antes de entrar en cualquier otra consideración, queremos advertir que la investigación que presentamos aquí, entra dentro de la categoría de investigaciones denominadas negativas, entendiendo por ello, las investigaciones cuyos resultados han refutado la hipótesis que las originó.

En la historia científica están presentes los experimentos negativos. Quizás el más tratado por los epistemólogos sea el experimento de Michelson-Morley. En su momento, dicha investigación echó por tierra todo un modelo teórico de la física y dio pie al nacimiento de la teoría de la relatividad de Einstein, al refutar las predicciones de la teoría clásica.

Nuestra investigación no echa por tierra ningún modelo psicosocial, pero sí que aporta, a nuestro entender, nuevas perspectivas teóricas para la comprensión de los procesos de la comunicación social.

Por consiguiente, hemos optado por redactar este trabajo de forma natural, es decir, siguiendo los planteamientos iniciales que nos formulamos en su momento, los cuales serán refutados por los resultados experimentales, y a partir de esta contradicción, es como surgirá nuestra aportación teórica final.

El objetivo genérico de nuestra investigación consiste básicamente en el intento de profundizar en los métodos de observación y análisis objetivos de la interacción grupal. Estamos convencidos de que los fenómenos psicosociales pueden ser descritos y explicados a través de los hechos físicos a que dan lugar, aunque somos conscientes de que, hoy por hoy, esta concepción tiene más de utopía que de realidad.

Por otra parte, no queremos plantear una investigación que, siendo objetiva, pueda carecer de contenido disciplinar. Por consiguiente, nuestro objetivo de 'observación objetiva' deber ser compatible con un planteamiento teórico determinado, o dicho de otro modo, nuestra hipótesis ha de derivarse de unos presupuestos teóricos explícitos. La 'potencia' de la investigación resultará del grado de conexión entre los presupuestos teóricos y nuestra hipótesis de trabajo.

Para plantear un tema de investigación coherente con nuestros objetivos hemos tenido que escoger un marco teórico de referencia que permita un planteamiento como el anterior. Desde nuestro punto de vista, la teoría de la Gestalt (Köhler, 1947) aporta los elementos básicos suficientes para plantear una hipótesis contrastable objetivamente, sin tener que renunciar, por ello, al estudio de los procesos de carácter subjetivo o experienciales. El paradigma gestáltico se fundamenta en la estrecha correspondencia existente entre lo experiencial y lo físicamente observable, en contraposición al paradigma conductista que niega la posibilidad del estudio de los fenómenos experienciales o subjetivos.

El propio Köhler (1947) sintetiza el núcleo básico de la teoría de la Gestalt: "considero como seguro que cualquier cosa que es experimentada posee una base funcional -es decir: depende de acontecimientos físicos actuales-" (p. 174). De este modo, la experiencia se convierte en una herramienta para el propio científico social que le permite orientar su investigación, hacia y desde dichos acontecimientos físicos actuales.

Partiendo de este marco referencial, hemos llegado a plantear, como tema de investigación, la verificación de la existencia de patrones organizados en la señal verbal, producida en conversaciones grupales espontáneas, prescindiendo de los contenidos simbólicos coexistentes.

Se trata de comprobar si, del mismo modo que la realización acústica de cualquier fonema (alófono) se caracteriza por un comportamiento vibratorio ordenado (patrón, forma, gestalt), existen igualmente entidades formales de orden temporal superior, bajo las que se agrupen dichos sonidos. En definitiva, se trata de determinar si las características temporales de la producción silábica, presentan algún tipo de orden cíclico, rítmico o periódico.

Puesto que la unidad elemental que conforma la señal que someteremos al análisis es la sílaba (que corresponde a un ciclo de la vibración), hemos optado por los términos 'señal articulatoria' y 'comportamiento articulatorio' para referirnos a ella, siguiendo la terminología utilizada en la mayoría de la investigaciones referentes a dicho tema.

Desde el marco de la teoría de la Gestalt, los argumentos que nos llevan a suponer la existencia de tales patrones en la señal verbal, parten del principio de la forma, según el cual, los procesos neurológicos perceptivos actúan con el fin de conseguir la mayor información posible del campo estimular, es decir, organizan los estímulos conforme a la configuración que reduce al máximo su entropía (máximo orden posible). Esta propiedad se refleja en el hecho de que nuestra experiencia, en cuanto a la elaboración y producción verbal, es una experiencia dotada de un cierto nivel de orden y estructura. En condiciones normales, nadie percibe que su producción verbal se guíe por el azar.

Por consiguiente, aplicando el principio del isomorfismo psicofísico, podemos pensar que el grado de orden experimentado en nuestra producción verbal se dará igualmente en los acontecimientos neurológicos simultáneos y ligados a dicho proceso productivo. Ahora bien, dichos acontecimientos neurológicos no pueden observarse con la tecnología actual, por lo que suponemos que este orden se trasladará, mediante las vías neuronales eferentes, a los procesos físicos periféricos asociados a la producción verbal, es decir, al comportamiento del aparato fonador y a la señal acústica emitida por este.

Mediante este razonamiento fundamental, llegamos a suponer la existencia de patrones formales en la señal verbal cuyas duraciones temporales puedan corresponder con experiencias tales como actitudes, emociones, ideas, etc., en el contexto de la interacción grupal.

La adecuación de este tema, desde la perspectiva psicosocial, reside en la idoneidad de la escala de investigación. Desde esta perspectiva, el hecho fonético (tono, formantes, etc.) sólo puede entenderse como un micro-fenómeno. Tengamos presente que un sonido fónico tiene una duración del orden de 0,25 seg.

Lo que nos proponemos investigar es si existen entidades formales de comportamiento verbal, de dimensión temporal superior, cuya duración sea del orden de 25 seg., es decir, multiplicamos la escala temporal por 100. Con ello, intentamos acercarnos a fenómenos de escala psicosocial natural. Una actitud, un estado de interacción, una idea, una emoción, etc., son entidades que pueden tomar, en alguna de sus dimensiones, duraciones de esta magnitud.

Por otra parte, la existencia de tales patrones y la posibilidad de su observación y análisis cuantitativo, deberían generar un amplio campo de investigación con el fin de determinar sus características y su dinámica, en función de diversas variables psicosociales. En nuestro planteamiento inicial, considerábamos que la obtención de un resultado positivo al respecto sentaría las bases para el conocimiento de la 'gramática' de la comunicación verbal.

En la elección de este tema de investigación concurren dos elementos adicionales, amén del planteamiento teórico precedente. En primer lugar, y hoy por hoy, de todas las dimensiones comportamentales observables, individuales o grupales, el comportamiento verbal acústico es el único que puede determinarse objetivamente con exactitud y relativa facilidad, sin que por ello tenga que interferirse en la dinámica del propio proceso investigado(1).

En segundo lugar, dicho tema de investigación ya ha sido objeto de atención por varios investigadores. Particularmente centra nuestro interés la polémica suscitada en torno a la existencia de ritmos cognitivos, que se remonta a los trabajos de Henderson et al. (1966) y Jaffe et al. (1970).

Una serie de investigaciones han intentado dilucidar si las fases de vacilación y fluidez verbal que se dan en las conversaciones espontáneas, guardan algún tipo de orden temporal (ritmo). El análisis teórico de estas investigaciones, revela como sus planteamientos implícitos pueden sustentarse en los presupuestos de la teoría de la Gestalt, tal y como nosotros hemos planteado. Ahora bien, ninguna de estas investigaciones, ha podido ser concluyente sobre la existencia de ritmos verbales, entre otras razones, por la precariedad de la tecnología disponible para abordar este problema.

En este sentido, la estrategia metodológica que hemos elaborado para esta investigación no ha sido utilizada por ningún investigador hasta la fecha, siendo, desde nuestro punto de vista, concluyente por lo que se refiere a los objetivos de contrastación propuestos.

Desde el punto de vista metodológico, hemos adoptado fundamentalmente la misma estrategia que se utiliza para el análisis fonético, aunque con las modificaciones de escala pertinentes. La teoría del movimiento ondulatorio y el análisis de Fourier son los instrumentos esenciales para determinar la estructura rítmica de la señal acústica. Por otra parte, el concepto de entropía nos permite evaluar, adicionalmente, el grado de orden producido en un determinado período de comportamiento, a partir de su distribución espectral.

En cuanto al importante tema de la precisión, hemos elaborado los algoritmos necesarios para aprovechar al máximo los instrumentos informáticos, obteniendo cotas no alcanzadas en ninguna investigación precedente.

Con estos instrumentos, hemos procedido al análisis minucioso de conversaciones espontaneas en la búsqueda de indicios que confirmasen nuestra hipótesis. En primer lugar, examinamos conversaciones radiofónicas por dos motivos básicos. Son dinámicas que, por su contexto de acción, limitan drásticamente la presencia de silencios en la conversación y por ello, son ideales para investigar el comportamiento articulatorio. De otra parte, el acceso a esta información es absolutamente inmediata, y no requiere de procedimientos costosos para su obtención.

Como ya hemos indicado inicialmente, los resultados experimentales que encontramos son sorprendentes, desde nuestra perspectiva teórica. En primer lugar, no encontramos evidencias de la existencia de patrones articulatorios. No existe ninguna estabilidad en la evolución espectral. Por otra parte, verificamos que la distribución espectral media tiende a la distribución de Boltzmann, la cual corresponde a la distribución de máxima entropía (máximo desorden).

Posteriormente, verificamos estos resultados en un contexto de conversaciones privadas, donde la dinámica es muy diferente a la producida en medios de comunicación social. El análisis de estas conversaciones nos revela sustancialmente los mismos resultados encontrados anteriormente. No encontramos ningún indicio de patrones articulatorios. Ahora bien, el espectro medio característico de cada conversación ya no se ajusta a la distribución de Boltzmann, como en los casos anteriores. Encontramos una clara desviación en la región de las bajas frecuencias, y, en una primera aproximación, concluimos que dichas discrepancias se producen por la presencia significativa de silencios en las conversaciones analizadas, lo que no ocurría en las conversaciones radiofónicas.

La conclusión de la fase experimental es la siguiente: nuestra hipótesis ha sido refutada con claridad, y no existen patrones articulatorios, es decir, no existe un orden específico (cíclico, periódico, etc.) en la forma de producción verbal.

Por otra parte, y en una primera aproximación, existen suficientes indicios de que el comportamiento articulatorio tiende sistemáticamente a la máxima entropía posible, es decir, al máximo desorden.

Ante estos resultados negativos, hemos de admitir la necesidad de una revisión de los planteamientos teóricos realizados. No podemos atribuir a una falta de suficiente material empírico, ni a la imprecisión de los instrumentos, unos resultados tan claros y, sobre todo, tan sistemáticos.

Puesto que no estamos dispuestos a refutar los principios teóricos de los cuales hemos partido (esto equivaldría a una revolución en la psicología), orientamos nuestra búsqueda hacia alguna característica atribuible al comportamiento verbal articulatorio que, siendo compatible con nuestros planteamientos, permita dar cuenta de los resultados experimentales.

Finalmente, podemos obtener una explicación razonable de dichos resultados si apelamos a la teoría de la codificación, y en concreto, al teorema fundamental de dicha teoría (teorema de Shannon). Se deriva de este teorema que, un código óptimo se caracteriza por transmitir una señal cuya entropía es la máxima que permite el canal.

Bajo esta perspectiva, la interpretación de los resultados experimentales puede clarificarse: la señal verbal articulatoria es una señal de transmisión emitida por un codificador óptimo, puesto que dicha señal muestra sistemáticamente una tendencia a la distribución de máxima entropía.

La coherencia con los planteamientos teóricos se respeta, puesto que un codificador es siempre un sistema intermedio entre el mensaje y el canal. El posible error teórico estriba en suponer que el orden producido en la elaboración del mensaje, se traslada a las salidas comportamentales periféricas, sin interferencia. Lo que observamos es una señal que, para poder transmitir información óptimamente, ha sido convenientemente transformada, con el resultado de que el orden del mensaje que transmite, sólo puede ser observado (reestablecido) a través del decodificador apropiado (receptor).

Así pues, entre los procesos neurológicos que elaboran el mensaje y los procesos físicos periféricos de producción verbal, hemos de suponer que exista un sistema neurológico de codificación de la señal verbal, cuya finalidad consista en optimizar la cantidad de información que se transmite a través de ella.

Por consiguiente, no sólo existe un codificador léxico, que transforma el mensaje en una secuencia de símbolos alfabéticos, sino que, además, existe un codificador para la forma que adopta la señal verbal.

Este resultado o propuesta teórico-experimental, permite deducir varias características, unas conocidas y otras no, del proceso de la comunicación verbal. En primer lugar, es una confirmación objetiva de que se transmite información a través del modo de hablar.

En segundo lugar, que, por lo que se puede deducir del carácter óptimo del código, dicha información no parece irrelevante. Como sabemos, el código léxico no es óptimo (redundancia superior al 50%), por lo que debemos alertarnos sobre lo que este hecho puede significar.

¿Que tipo de información se transmite? Nosotros no podemos responder a esta pregunta. Existe abundante investigación que apunta hacia información de tipo emocional, pero creemos que este tema es de difícil comprensión en el estado actual de nuestros conocimientos.

La consecuencia que nos parecería más interesante, por su novedad, es la que se deriva de su aplicación al terreno propiamente psicosocial. En general, las teorías de la comunicación dan por supuesto que los códigos son fundamentalmente compartidos por una misma comunidad lingüístico-geográfica.

Si nuestra argumentación anterior es correcta, habremos de admitir que, por lo que respecta al canal articulatorio, los códigos son esencialmente no-compartidos, ya que ello se deriva de su carácter óptimo.

Un código óptimo sólo puede construirse a medida de la distribución de probabilidades de los mensajes del emisor. Esta característica es intrínseca a los códigos óptimos. Siendo esto así, o asumimos que una misma comunidad comparte la misma distribución de probabilidades en la emisión de los mensajes, o, de no ser así, hemos de admitir que cada individuo tiene su propio código de articulación.

En consecuencia, deben producirse necesariamente errores significativos en la transmisión del mensaje por el canal articulatorio, si el codificador es distinto del decodificador. Esto nos lleva a suponer la existencia de una barrera de comunicación interpersonal y a la vez, da cuenta de fenómenos de difícil explicación hasta el momento.

¿Como podemos explicar, sino, la experiencia tan asumida desde todos los tiempos, de la profunda incomunicación del individuo? Con códigos compartidos (como es el léxico), se hace difícil una explicación razonable. Creemos pues, que abrimos una vía de entendimiento ante un fenómeno tan importante como es el de la incomunicación humana.

Por último, esto nos permite comprender el papel que juega los procesos de comunicación en la dinámica grupal. Suponiendo la existencia de diversos factores que aumenten o disminuyan la intensidad de dicha barrera de comunicación, y considerando que la información sea una fuente de atracción, podemos entender al grupo en tanto que espacio de potencial comunicativo. En otras palabras, este fenómeno permitiría explicar la dinámica de la formación de grupos humanos, en alguna de sus dimensiones.

No obstante, hemos de admitir que, dado que este no era el objetivo de la investigación, estos resultados sólo pueden considerarse en una primera aproximación, es decir, como posibles líneas de investigación a seguir y a contrastar en un futuro. En ningún caso, consideramos que esta investigación pruebe la existencia de códigos de articulación óptimos. Consideramos simplemente que da indicios razonables de su existencia.

 

Notas:

1. Desde una perspectiva psicosocial, nos es difícil imaginar la idoneidad de la información obtenida de unas personas, sometidas a la tiranía de cualquier artilugio medidor (cables, sensores, electrodos, etc.)

 

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Última actualización:
22/03/06