"La desamortización de Mendizábal en la provincia de Zaragoza (1836-1851)". P. Marteles, 1990. (pmlemr@gmail.com)
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APÉNDICE II.-RECLAMACIÓN DEL ARZOBISPO DE ZARAGOZA (1835)El 21-11-1835 el Arzobispo de Zaragoza, Bernardo Francés, expide la siguiente carta, desde Toulouse, al Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia. Hemos manejado una copia, sin referencia, del ADZ.: "Excmo. Sr.: Quando mi corazón no hallaba otro consuelo en medio de los tristes acaecimientos que tanto me han hecho sufrir y padecer en los meses que han corrido de este año y señaladamente en los 7 que llevo ausente de mi Diócesis y obligado a atravesar ásperas montañas y escabrosísimos caminos que el considerar que mis desgracias no habían privado un sólo momento a mis Diocesanos de la jurisdicción legítima Ecca. y que estaba asegurada por lo mismo el valor de todos los actos que dimanan o dependen de ella; ha llegado a mi noticia que se halla mi Cabildo encargado de reasumir la Jurisdicción que sólo a mi nombre se puede exercer legítimamente y que por consiguiente está expuesto aquel Arzobispado a verse envuelto en las mayores anxiedades de conciencia, o acaso a una serie de nulidades en las materias más delicadas y transcendentales. No me puedo persuadir de la instrucción y del zelo de aquel cuerpo tan respetable que acceda a adoptar una medida de tanta consecuencia, ni que podrá hallar causa alguna Canónica ni razón sólida en que fundarla sin exponerse a promover daños que no se le pueden ocultar. Sin embargo no creería cumplir con la estrecha obligación que tengo de defender y sostener los derechos de mi Dignidad si no recurriese a V.E. manifestándole que nada puede autorizar ni aún en la apariencia una medida semejante, como que ni la ausencia de mi Diócesis ha sido voluntaria, ni deja de tener la aprobación del Gobierno, ni éste ha exigido jamás que yo volviese a residir en ella. Bien públicos fueron los desórdenes del tres de Abril en Zaragoza y que estubo expuesto el Arzobispo a ser la primera víctima de las muchas que en aquella tarde tan sacrílegamente sacrificó la barbarie y la impiedad. Salvado por una especial providencia de Dios en aquella tarde y noche del desorden más horroroso, recibí a las diez y media oficio del Capitán General en que me mandaba salir no sólo de la ciudad sino del Arzobispado y trasladarme a Barcelona, previniéndome hasta la hora en que debía verificarlo, que era lo más tarde antes del amanecer del cinco, ofreciéndome pasaporte y escolta. Accedí a esta medida que se me decía ser absolutamente necesaria y urgente tanto para restablecer la tranquilidad pública como para preservar mi vida de algún nuebo atentado, y salí el Domingo día cinco a la una de la mañana con dirección al punto señalado. Estaba ya una jornada más allá de Lérida quando recibo un pliego que por un posta me envió el Gobernador interino de dicha plaza en que me prevenía de orden del Capitán General de Cataluña que desde cualquier punto en que me hallase regresase a Lérida debiéndome hospedar precisamente en el palacio de aquel Prelado, por no convenir que yo me presentase en Barcelona. Obedecí igualmente, regresé a Lérida, di parte de esta novedad al Capitán General de Aragón y de todo lo acaecido hasta entonces al Secretario de Gracia y Justicia y ambos me contestaron, el primero con fecha 14 de Abril haber merecido su disposición de hacerme salir de Zaragoza la aprobación de S.M., y el segundo en 7 de Junio haber dado cuenta de mi escrito a S.M. que quedaba enterada de los justos y prudentes motivos que habían mediado para mi salida de la Diócesis y mi residencia en Lérida. Jamás pensé salir de aquella ciudad por elección mía, pero a los 4 meses de estar en ella guardando la más absoluta abstracción y sin presentarme ni aún en la Iglesia, se turbó extraordinariamente la calma y tranquilidad que hasta entonces se había disfrutado, y amenazando repetirse en sus calles las atrocidades de que había dado exemplo Barcelona, se formó una Junta provisional ofreciendo recibir las peticiones que se hiciesen por los alborotados y acceder a las que se creyesen fundadas, con tal que se evitase el derramamiento de sangre y demás desórdenes de la capital. La primera petición que se hizo, y a que se juzgó deber condescender, fue la de que saliese el Arzobispo de Zaragoza. A las 3 de la tarde del 11 de Agosto me lo hizo saber el Gobernador de la Plaza por medio del Mayor de ella ofreciéndome pasaporte y escolta para donde eligiese. La agitación de aquella provincia, el estado de los caminos en que se interceptaban los correos, se detenían las diligencias, y las continuas alarmas de las grandes poblaciones presentaba un grandísimo embarazo para señalar de pronto el punto a donde pareciese más prudente dirigirse. El deseo de huir todo compromiso, y vivir enteramente aislado me hizo elegir el Valle de Arán en mi antigua Diócesis de Urgel, y habiendo manifestado este pensamiento al Gobernador de Lérida, me envió el pasaporte, previniéndome convenía saliese aquella misma noche, como lo verifiqué a las 8 1/2 con dirección a Tamarite desde donde el día 13 continué mi viaje al referido Valle de Arán. Tres días hacía que había llegado a Viella bien fatigado por la aspereza de los caminos que tube que atravesar, quando el Gobernador del Valle que me había manifestado su repugnancia a que me trasladase a Bosost y su ánimo de que no pasase de aquella capital, me dijo estar amenazado el Valle de ser invadido, y que si se verificaba tendría que pasar a Francia como el mismo lo haría con las demás autoridades, negándose a darme pasaporte y a restituirme el que yo llevaba del Gobernador de Lérida y que ha retenido en su poder. A las 9 de la noche del domingo 23 de Agosto se me presentó el Juez de letras del Valle y me dijo había llegado el momento que me había indicado el Gobernador, y saliendo a las 10 1/2 de la misma entré el día siguiente 24 en este Reyno de Francia, verificándolo igualmente el mismo día el Gobernador, el Juez y sus familias respectivas, con otras muchas personas y familias del Valle. A las 48 horas de estar en Jos primer pueblo de Francia me insinuó el Sub-Prefecto del Departamento que debía internarme y trasladarme a Tolosa, donde está igualmente el Gobernador del Valle de Arán. Esta sencilla narración, tan llena de verdad como de exactitud, convencerá a V.E. de que ni he salido por mi elección de Zaragoza, ni por mi voluntad he entrado en este Reyno, como así mismo de que habiendo sido todas mis traslaciones ...[dos líneas ilegibles] ...de sede que recayó en mi salida y permanencia en Lérida. Y siendo todo esto cierto ¿por qué se ha de impedir a mi gobernador Ecco. que lo sea en mi nombre, y en él y con él exerza una jurisdicción de que yo no debo ser privado? Espero pues que penetrado V.E. de los justísimos y autorizados motivos de mi ausencia incline el ánimo de S.M. a que se revoque la orden dada al Cabildo de Zaragoza para reasumir una jurisdicción de que no debe ser privado un Prelado, a cuyo solo nombre puede válida y lícitamente gobernarse aquella Diócesis, y evitar así los grandísimos y trascendentales inconvenientes que de exercerla en otros términos deberían ocasionarse con daños y perjuicios incalculables a las almas." La carta fue remitida al Cabildo de Zaragoza, acompañada de la siguiente nota del mismo 21-11-35 para el Presidente y Cabildo de la Santa y Metropolitana Iglesia de Zaragoza: "Ilmo. Señor: hace muy pocas horas que ha llegado a mi noticia hallarse V.S.I. estrechado por una Real Orden a reasumir la Jurisdicción espiritual en ese Arzobispado y exercerla a su nombre por persona que nombre y elija V.S.I. No me puedo persuadir a que V.S.I. deje de mirar con toda la detención debida que no veo apoyada en principio ni ley alguna eclesiástica y que adoptada ocasionaría gravísimos daños y produciría motivos de anxiedad y agitación en las conciencias, o acaso conduciría a la Diócesis a un estado bien deplorable. Sin embargo por ver si puedo librar a V.S.I. de tan horrible compromiso incluyo el pliego adjunto que V.S.I. se servirá dirigir a S.E. el Sr.Secretario de G. y J., suspendiendo entretanto toda resolución en asunto tan delicado. Espero que V.S.I. continuará sus oraciones por quien siempre le da parte en las suyas." |
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