La Educación de la Creatividad. Pilar González, 1981.(pgonzalez@psi.ub.es) |
INTRODUCCIÓN.Creatividad es un término de reciente aparición que ha entrado en el vocabulario de la mano de una nueva perspectiva desde la ciencia del comportamiento. El punto de partida del estudio de la creatividad es la creatividad. Si el hombre sólo fuese una máquina "sui generis" apta para responder, programada por Dios, Biología, etc., según creamos, probablemente no hubiese surgido la reflexión del fenómeno creativo. Cuando se habla de problemas en las relaciones industriales, de las relaciones generacionales, de los emigrantes, de los drogadictos, de la educación, etc., se suele apelar a los términos creatividad, imaginación para resolverlos. Son dos palabras populares, aunque una inexistente en los diccionarios. Son términos que ,en las disciplinas de las ciencias humanas, nos auguran profundos cambios sobre la tierra; cambios que afectan al hombre y que, como productos del hombre, gracias a su imaginación creadora, le afectan tal vez de forma irreversible. La posibilidad de lo creativo ha puesto en estos últimos decenios en entredicho todos nuestros conceptos sobre la vida humana. Creo que la noción de creatividad no va a ser un fenómeno pasajero. Gracias al poder creativo, la naturaleza no es sólo o principalmente el campo de acción del hombre, sino que se ha convertido en objeto de transformación por el propio hombre. Y la fabricación del hombre conlleva, tal vez, la modificación de la facultad de valorar. No obstante, la teoría de la creatividad, como tal empresa científica, se ocupa principalmente y en base a propuestas específicas, pensamiento divergente, teoría de la valoración emocional, se fundamenta en esta cualidad típicamente humana: El poder de elección, capaz de escapar » a la rutina fisiológica o normativa social de forma impredecible. Es además, como tal teoría, una aventura apasionante para los que participan en ella e interesante para los espectadores, de la que nadie puede inhibirse. En la creatividad se estudia no sólo el organismos, sino toda la persona, es toda la comunidad y no sólo los individuos quien está en juego. Es también un desafío que pone al hombre frente a su propio poder creativo como algo formidable y fascinante. Responder a este desafío significa trazar nuevos marcos de pensamiento que hagan compatible teoría y práctica. Siendo así, no concibo como la creatividad tarda tanto en ocupar un puesto que, por derecho propio, le pertenecería. Aunque no sea más que, porque en lo que conlleva y por su importancia, ha de ser estudiada de forma sistemática para clarificarla como algo urgente y para dilucidar claves que de otra forma quedarían sumidas en lo místico, inaccesible o en lo maravilloso. De hecho, si la creatividad se ha considerado hasta ahora como algo excepcional, individual, don genuino de poca gente, incluso con cierta sacralización, sólo desmitificándolo y objetivizándolo podremos abordarlo. Sí los múltiples problemas que el ser humano tiene planteados sólo pueden ser resueltos con imaginación y de otra forma quizás estos problemas no podrían solucionarse, resulta inconcebible que, estando en el consenso general y de forma explícita lo creativo, no se intente clarificar más con investigaciones adecuadas las bases de la creatividad. De aquí que mi trabajo no lo considero burocrático, sino algo con una mística propia, lejos de lo aséptico y con ánimo proselitista. Desde mi perspectiva, se debe abordar la creatividad como un concepto "clave de bóveda" en el que confluyan otras muchas facetas y que, de hecho, es un concepto pluridisciplinar. Si aceptamos la capitalidad de tal comportamiento y que el ser integral ha de ser creativo, tendríamos que creer que lo único posibilitador del desarrollo humano sería permitir esa difícil interacción entre lo que es y lo que potencialmente puede ser, siendo el grupo social de pertenencia el facilitador entre el objeto creado y el sujeto y entre las normativas sociales y las individuales quien evitase los escollos y desfallecimientos. A las actitudes de flexibilidad adoptadas por los adultos le corresponderían la aceptación de nuevas valoraciones personales y el que estos valores nuevos sean acogidos. O sea, la creatividad sería el concepto, si lo aceptásemos como actitud de vida que pudiese articular el sujeto individual - el cual siente los valores de la comunidad internalizándolos y, a su vez, le capacita para producir con sus valoraciones un nuevo valor comunitario. La normativa social no queda nunca en algo estático, de todas formas. Sería preferible que fuese un medio o vehículo que desarrollara nuevas normas y que en los polos de ida y vuelta desplazara el eje de la creatividad de lo individual a lo colectivo, permitiéndose la evolución dinámica. Ello nos permitiría ver la creatividad como algo integrador que resolvería múltiples dualismos y estancamientos en que hoy día se atora la teoría de la creatividad. De aquí que proponga una nueva opción epistemológica psicosocial para su estudio. Considero que el concepto de creatividad no es heterodoxo ni está fuera de las líneas de investigación, sino que es, por el contrario, uno de los puntos más clarificadores en el ámbito de la psicosociología y que, por su importancia teórica, podría ser, además, aplicable a otras ciencias. Si la creatividad no es don escaso y atribuido a unos pocos, sino una actitud de vida, dejaría de centrarse en el producto y se usaría como medio de expresión individual o, en último extremo, como bien genérico con que la especie está dotada. Tal vez, si ello se permitiese, sería más importante el ser persona que la posesión del objeto producido. El sujeto, al producir el objeto, se recrea a sí mismo y, de hecho, la creatividad como ámbito socializado sería educable por la propia sociedad y su vulgarización sería un bien comunitario; sería poner al alcance de cualquiera el medio para sentirse mejor, para sentirse más sujeto movilizador, en lugar de estar sujeto a los objetos o de ser movilizado. Para ello necesitaríamos cambiar de actitud y, cambiar o generar nuevas actitudes es precisamente el objeto de mi trabajo. No sería necesario un giro copernicano: Las actitudes creativas están en todo ser humano, es posible el cambio en el sentido de una mayor capacidad para la actitud creativa de vida. Propongo generar en sus propias necesidades la expresión de lo nuevo sin miedos a pérdidas de cosas y para no llegar a la cosificación. Si esto no ocurre, no va a ser posible. Creo que los procesos creativos utilizan circuitos reducidos y comercializables aptos para baremos económicos, pero puede aspirarse a que en lugar de ello, como cualquier patrimonio común, la creatividad pueda ser usada genéricamente y la plusvalía convertirse en una "más vida". Poseemos los medios técnicos para intentar atender a la formación actitudinal que los sujetos necesitan para el autodesarrollo. La misma creatividad ha generado, a través de milenios biológicos y centurias, los primeros en crear los medios imaginativos, y los segundos los medios técnicos, para permitir la educabilidad y evitar la servidumbre del "homo faber" frente al "hombre imaginativo" que es lo que en el pleno desarrollo de la especie alcanzaría predicamento. Cuanto más han posibilitado los creativos el no tener que ser esclavos de ciertas rutinas y de ciertos trabajos anodinos, más han dejado la posibilidad de sentir otro tipo de necesidades, una de las cuales es precisamente la necesidad de crear. Si la civilización técnica nos libera de servidumbres mecánicas, urge que el tiempo sirva para esta recreación. O corremos el riesgo de convertirnos en sujetos inútiles reemplazados por la máquina. Incluso, si incapaces de elaborar criterios, vamos a no reaccionar, perderemos nuestra libertad, concepto básico para que la creatividad nazca. La creatividad, que ha llevado al ser humano hasta el momento evolutivo actual, puede convertirse, de no saber el hombre qué hacer con este bien ya alcanzado» en su propio dogal y, como el aprendiz de brujo, caer en la propia trampa. Y de ello puede depender, incluso, la supervivencia como especie. Frente a otras especies, que evolutivamente están prefijadas por sus instintos y en las cuales el principio de supervivencia está más asegurado, el hombre sólo tiene el instinto creador que, a la par, es su talón de Aquiles. Entre un escarabajo y un hombre, el escarabajo tendrá más posibilidades de sobrevivir si el hombre no pone en funcionamiento su último eslabón evolutivo que es convertirse en actor de su propia vida. Por ello he escogido el ámbito de la educación para profundizar en el concepto creativo y en sus aplicaciones. Creo que éste es un campo en la base de cualquier desarrollo evolutivo de la persona y es, a su vez, un medio en el cual se dispone de la infraestructura para la rápida implantación de la creatividad como actitud de vida. En los sistemas educativos transcurre la evolución del ser humano, pues la educación es un proceso que nos involucra desde que se nace hasta que se muere. Sí las ideologías se preocupan por conseguir sujetos adecuadamente informados, podría preocuparse también una nueva ideología de la institucionalización paradójica del cambio y se normativizara la creatividad. Propongo que se enseñase la normativización del cambio o que se aprendiese el cambio. En suma, que se posibilitara la salida emocional tanto como la base racional del hombre, porque, al unísono, ambas capacidades son inherentes en la naturaleza humana. Me pregunto por qué, si tanto esfuerzo y medios se ponen para el proceso educativo cognoscitivo, cómo es que los procesos emocionales no pueden ser educados racionalmente. Existe un viejo prejuicio dualístico de que lo racional y objetivo es lo único válido para educar, para el progreso, para la ciencia. Las críticas modernas a tal presupuesto básico ya existen. Lo objetivo, lo racional, está impregnado de subjetivo y la ciencia no es inocua ni aséptica. Lo emocional no es irracionalidad, pero lo racional va teñido de emocionalidad. Sin la integración de los procesos emocionales la supuesta racionalidad se hace inoperante y no queda fecunda. Todo lo más, son procesos abstractos y sin vida. El ser humano queda como caricatura, convirtiéndose el proceso globalizador en algo parcial y desequilibrado. De aquí que proponga la educación del cambio, porque todo hace pensar que nuestra sociedad necesita urgentemente nuevas direcciones en su desarrollo. Cabe pensar en la necesidad de modificar concepciones tenidas hasta ahora como inmutables y estáticas simplemente porque la rutina las sacralizaba o por la ilusión de la seguridad que proporcionan. De hecho, ni la biología ni lo social esperan; todo cambia. El cambio, si no se realiza de modo integrado asumiendo las fuerzas que entran en juego, crea rupturas, caos, desorientaciones, patologías y alienación. Cambiar por cambiar, a veces de modo espasmódico, no puede ser lo óptimo. Cambiar forzados por las situaciones será ir a remolque. De ahí la urgencia de aprender a cambiar. No para evitar conflictos, sino para positivizarlos en lugar de, como hasta ahora, negativizarlos. Tenemos miedo al cambio, pero no es negando lo dinámico del mundo, sino admitiendo el movimiento, como podremos comprender mejor ciertos sistemas conceptuales de la concepción del mundo físico, por ejemplo. No es, pues, teniendo miedo al conflicto, ni teniendo miedo al desorden como vamos evitar un cambio. De hecho, en educación la urgencia de educar la creatividad (educar para el cambio) está dada en normativas internacionales y nacionales. Es tópica la alusión al cambiante panorama profesional que obliga a constantes actualizaciones y reconversiones y, por lo tanto, la ley ha de ocuparse de que métodos didácticos fomenten la originalidad y la creatividad (así la Ley General de Educación y disposiciones reglamentarias 1970, artículo 14-2, artículo 18-1, artículo 27-1 y Orden Ministerial de 13 de julio de 1971 en España). Por esto me parece que si no somos capaces de sistematizarlo se quede en vana palabrería o» al menos, en simples intencionalidades, suponemos que bien intencionadas, de que todo cambie para que nada cambie. Urge comprobar que el sistema educativo está adecuadamente orientado a las posibilidades constructivas del cambio y del conflicto y si se obtiene toda la efectividad de los recursos posibles y utilizables de los que ya disponemos. Cabe problematizar el concepto educación en sus dos vertientes: Conducir y sacar o permitir la salidad en el sentido socrático. Creo que hasta el presente se ha abusado de el sentido de dirigir, de conducir en la educación con efectos no muy halagadores y convendría plantearse esta segunda concepción, lo cual nos lleva al concepto de autonomía. Autonomía de la que un niño puede hacer uso si el contexto social se lo permite. Por otra parte, puede objetarse con razón que lo que estoy proponiendo fuese una forma de influencia. Acepto que sea así. Pero creo que influir en la dirección de permitir más libertad e información es lo suficientemente importante para que se incremente. Tiene la suficiente significación dentro del conjunto de todo el proceso de influencia social como para que sea propuesto y permitido. Frente al poder institucional se propone el uso del poder personal o minoritario para que exista el cambio. Con ello creo que se avanzaría hacia un menor control y, en último extremo, esta propuesta pudiera ser aceptada o rechazada por los individuos. Por más que las normativas propuestas por el cambio institucional a favor de la creatividad existan, no se va a llevar a cabo si no existe un cambio de actitud. Lo que pioneros como RUYRA, J. (1938) ya preconizaban el educar la inventiva, hoy más que nunca son reconocidos en una realidad que se plasma, por fin, en normativas legales. Aparece la palabra creatividad. Se critica la carencia de medios para acceder a su estudio y a la aplicación de nuevas técnicas didácticas. Pero acoger las innovaciones, por muy legalizadas y promulgadas que estén, es otra cuestión. Las viejas rutinas están ancladas y está claro que el objetivo educativo, sí se presupone que se ha de educar la creatividad, entienda que la pieza clave es el profesor. El profesor ha de vivenciar los elementos claves de que la creatividad se compone, saber cómo fomentarla, poseer la capacidad de usar los medios adecuados para conseguir el éxito, pero, sobre todo, tener una actitud de vida creativa. Necesita o ser creativo o educar su creatividad. Cuando la ideología es conservadora, la creatividad tiene poco que decir y que hacer. Los que alcanzan a ver la tierra prometida han de esperar mejores tiempos para llegar a Itaca. El trabajo que presento pretende dar cohesión y fundamento al tema de la Educación de la Creatividad, para lo que se requiere un cambio de actitud. Conlleva un enfoque pluridisciplinar en los ternas de: Creatividad, Educación, Actitudes y Cambio de Actitudes. En primer lugar, hago balance de las investigaciones llevadas a cabo en el área de la Creatividad. (Cap. I) Analizo las diversas teorías sobre la Creatividad, para profundizar en la que considera la Creatividad como Actitud y enmarco este concepto en un modelo Bio-Psico-Sociológico articulado. (Cap. II) Como punto de aplicación de este estudio he elegido el campo educativo y, dentro del mismo, el estamento del profesorado. He tratado la problemática relativa a la Educación de la Creatividad y al desarrollo de la Creatividad en el mismo, buscando los nexos que posibilitarían una educación integral. (Cap. III) Entendiendo la Creatividad como Actitud de vida, era preciso dedicar un capítulo a este concepto clave: Sus teorías y sus posibilidades de cambio, como único posibilitador de la Educación de la Creatividad. (Cap. IV) En último lugar, doy cuenta detallada de la Experimentación, llevada a cabo sobre distintos tipos de intervención para la Educación de la Creatividad en una muestra de profesores-alumnos del C.A.P., como medio de confirmación experimental de los desarrollos teóricos expresados con anterioridad . (Cap. V) Concluyo con los aspectos más destacados de mi aportación al tema de la Creatividad y sugerencias para futuros desarrollos y aplicaciones. Ha sido necesario para este estudio revisar detalladamente cada uno de estos temas que tiene de por sí entidad propia. Las justificaciones de mi tesis han requerido encontrar engarces que me permitiesen la prolongación en la línea que me había marcado a partir de las teorías e investigaciones anteriores. Para ello me ha sido necesario desarrollar conceptos como los de Valoración, Emoción y Distonías, el fenómeno Pluralista de las cosas y entroncarle con rigurosidad en sus respectivos campos. Este estudio creo que sólo puede ser entendido en su verdadera dimensión si se valora la importancia del concepto de Actitud y el de Creatividad como Actitud de vida. Sólo así, aunque el proyecto es ambicioso, se puede estar en medida de entrever las posibilidades del cambio, sus mecanismos y consecuencias, así como las estrategias pertinentes. Era el único modo de consolidar una perspectiva armónica de la Educación de la Creatividad integrándola dentro de una nueva visión del ser humano y de la sociedad, con todo lo que ella implica . Desde esta perspectiva amplia y prometedora pueden encontrar respuesta muchos de los graves interrogantes que pesan sobre nosotros, vías de solución a los estancamientos y crisis del momento actual y un sentido de perspectiva en la evolución del ser humano hacia la consecución de su pleno desarrollo. Sí durante siglos el lema de la Razón fue norte en los avances de nuestra civilización, quizás hoy necesitemos complementarlo con el lema de la IMAGINACIÓN CREADORA.
|
|