Emoción y sufrimiento. V.J. Wukmir, 1967. Prólogo a la edición digital.
Conocí al profesor Wukmir en 1965 y con esa denominación de “profesor”
le he llamado siempre. Por aquel entonces pensaba que mi futuro estaría en la
literatura y nuestra relación comenzó sobre ese supuesto. Él era ya un famoso
y conocidísimo autor teatral y novelista con varios premios literarios en su
haber y muy reconocido en su país Yugoeslavia. Pero en España él había
escrito básicamente obras de psicología. Me pidió si podía corregirle de
estilo las galeradas de un libro titulado “Emoción y Sufrimiento”, en
prensa por aquel entonces, editado por la Biblioteca Universitaria Labor.
Recuerdo sus palabras y según me dijo el castellano era un enrevesado idioma
que se le resistía (hablaba, y tuve ocasión de comprobarlo, a la perfección
cinco lenguas). De hecho, en la pretendida colaboración, como él la denominó, fue sólo
una primera faceta de aprendizaje como alumna de mi parte. Su texto, el que
supuestamente había de corregir, si de algo adolecía era de lenguaje vulgar o
de errores referidos tanto a la semántica como a la sintaxis. Pronto me cautivó
el contenido de la obra y ese fue el origen de mi motivación para cambiar mis
expectativas de futuro. Mi interés por la teoría orectica, despertado
entonces, hizo que me interesara y continuase interesada por los estudios de
psicología. Esa fue mi gran ventaja. Los conocimientos posteriores de los cuales me informé siempre tuvieron el
anclaje de un marco teórico sólidamente construido por el profesor. Con la
psicología de la orientación vital yo entendí el comportamiento del hombre. El profesor Wukmir fue además de un maestro de conocimientos, un maestro de
vida para mí. Su paciencia y generosidad intelectual orientó e hizo posible
que pasase de alumna a discípula. Aunque él se empeñaba en presentarme como
colaboradora, siempre me he considerado alumna y deudora de sus enseñanzas. Mi
gratitud y afecto hacia su persona han marcado mientras vivió y tras su muerte
la necesidad de transmitir sus ideas a nuevas generaciones. Entre otras cosas,
porque sus conceptos, que él desarrolló con veinticinco años de adelanto, hoy
siguen siendo válidos, pertinentes y en la actualidad es posible entenderlos
mejor por la evolución de los conocimientos científicos. Su gran bagaje intelectual, jurista, biólogo, psicólogo, le hicieron, por otra parte, ligero de equipaje en lo material y así residió en Barcelona más de veinticinco años. Sus obras escritas en varias lenguas fueron relevantes sobre todo en su
producción científica española. En ellas es donde mejor y más ampliamente
vierte sus conocimientos desde el punto de vista de la psicología. Su
“Psicología de la Orientación Vital” (Ed. Miracle, 1960); “El Hombre
ante si mismo” (Ed. Miracle, 1964) y “Emoción y Sufrimiento”
(Ed. Labor, 1967), están agotadas desde hace ya muchos años. Los alumnos sólo
pueden encontrarlos en bibliotecas públicas y los fondos editoriales no los
contemplaron en posteriores reediciones, siendo esto un obstáculo para su
lectura y conocimiento en el momento actual. La maravillosa ventana al mundo de las páginas web permiten que sean
consultadas y difundidas. Le doy las gracias al profesor Barrull por haber
tenido la idea de publicarlas y realizar el trabajo que esto supone. Un grupo de profesores universitarios que ayer éramos alumnos de Wukmir desearíamos que ese futuro ya comenzado encontrara en otros alumnos, como nosotros en su día, apoyo a los esfuerzos e innovaciones que sobre la teoría orectica se han podido desarrollar y que, en suma, sirven para la comprensión y avance de la psicología. Pilar González Barcelona, 30 de noviembre de 2000
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